sábado, 10 de julio de 2010

¿Estamos preparados para el próximo? TERREMOTO

Arquitectura y Construcción: ¿Estamos preparados para el próximo?Categorias: Tema Central, 126 / Terremotos


Durante el siglo XX, más de la mitad de los movimientos sísmicos del planeta Tierra fueron liberados por nuestro país. Nos siguen Japón y la zona de California, en Estados Unidos. Y la tendencia parece no detenerse, porque el siglo XXI ya tuvo estruendo y remezones: el 13 de junio del año pasado se produjo un terremoto de 7,9 grados magnitud Richter en la Región de Tarapacá. Por eso es que en Chile resultan tan importantes el diseño, la estructura y la construcción con criterio sismorresistente.

Lo positivo es que se ha ido aprendiendo de las experiencias. Los reiterados terremotos han obligado a la creación de normativas que apuntan a mejorar la forma en que se construye en Chile.

Para analizar este tema, juntamos a cuatro especialistas: los ingenieros Rodolfo Saragoni y Hugo Marchetti, y los arquitectos Ian Bertie y Heriberto Hildebrandt.

El aprendizaje por experiencia

Los entrevistados coinciden en que en Chile se hace muy buena arquitectura sísmica. Incluso, según el experto en ingeniería antisísmica, Rodolfo Saragoni, se logra equilibrando eficiencia con criterios estéticos. “Los extranjeros que vienen al país se han llevado la sorpresa de que los edificios son bonitos y elegantes, y que no tienen las limitaciones que ellos pensaban. La arquitectura chilena no se desmerece por la parte sísmica”.

Por eso, es importante que las condicionantes sísmicas formen parte de la arquitectura y construcción desde la enseñanza.

Según cuenta Ian Bertie, en un simposio de docencia vio un sistema de mecanismo físico de péndulos invertidos que era usado para enseñar diseño sismorresistente a alumnos de ingeniería. A partir de esa experiencia, empezó a diseñar un software para explicar conceptos básicos a los estudiantes de arquitectura, que llamó simplemente “Terremoto”. “Era un software bastante sencillo, que a través de animaciones explicaba de una manera simple las ondas sísmicas y su transmisión a través de las capas de la Tierra, junto con las vibraciones, oscilaciones, simetría y el comportamiento de los edificios”, explica Bertie.

El arquitecto Heriberto Hildebrandt añade que “en los tiempos nuestros -yo soy de los años ‘60- los ramos de estabilidad eran casi tan importantes como los de taller, nos pedían que los proyectos fueran construibles”. Sin embargo hace hincapié en que “uno tiene esa formación y piensa que quizás todos trabajan de la misma manera, pero después, conociendo y recibiendo a colegas jóvenes, uno se da cuenta que llega gente que no ha sido formada con la misma rigurosidad”.
El aprendizaje en nuestro país producto de la experiencia ha lle- vado a la creación de componentes típicamente antisísmicos que forman parte de la llamada “escuela sísmica chilena”, que se ca-racteriza por tener muros de corte, cajas de ascensores y cajas de escalas, que llegan al subterráneo.

Y el beneficio de ello es que ha permitido que en nuestro país haya pocos casos de colapso de edificios, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos o Japón, donde hay construcciones que se han caído enteras.



La importancia del contexto

Por eso resulta importante pensar en el contexto donde se va a instalar una obra. Rodolfo Saragoni cita lo que pasó en San Francisco, Estados Unidos, en la época anterior al terremoto que ocu-rrió allá en 1906, cuando los grandes edificios se calculaban en Chicago, donde es el viento, y no el sismo, el esfuerzo más importante. Pensando en eso, se diseñaron los edificios para una presión de viento de 30 libras por pie cuadrado. Esta presión, explica, se equiparó de manera paradojal con un coeficiente sísmico de un 2% a un 4%, que supuestamente simulaba un terremoto. Como resultado de ello, se cayeron todos los puentes de la ciudad. En cambio, en Chile se parte construyendo con un coeficiente sísmico de un mínimo de 5%.

A juicio de Saragoni, al vivir en un país tan sísmico, los terremotos dan la posibilidad de ver si las normas sirven. “Hay lugares en EE.UU. donde nadie ha visto un terremoto, allá está hecha la norma, pero nadie la ha visto aplicada. En contraste, acá sabemos que la albañilería con pilares y cadena funciona”, comenta.

Es que con cada terremoto se aprende y se van perfeccionando las normas, como ocurrió con el de Talca y Chillán, cuando se aumentó el coeficiente sísmico. Además, de esa forma se prueba la conducta de cada tipo de albañilería: por ejemplo, el adobe siempre tiene mal comportamiento y la albañilería confinada soporta los sismos mejor que la albañilería armada.
Sin embargo, no todo es perfecto. Saragoni sostiene que “la mayo-ría de los edificios está protegida por el bagaje de conocimientos de los especialistas. Más bien el problema se da en los que no tienen acceso a eso: las casas rurales y las viviendas pobres. Ahí me ha tocado ver grandes desastres. Con la mejor intención, hacen refuerzos que resultan contraproducentes. Por ejemplo, ponen un elemento de albañilería, afirmado de otro muro de adobe, que hace de ariete y lo bota. O se ponen creativos y hacen una apertura en un muro, sin pensar que si uno edifica un tercio de un muro, no lo debilita en un tercio, sino que en 9 o 27 veces”.

En tanto, Hildebrandt añade que también es vital controlar ade-cuadamente el proceso de construcción. “Por ejemplo, semanas atrás tuvimos que ir a ver una obra de un colegio que se estaba construyendo en Talagante, donde se consultaba pilares de acero que eran de un espesor de 5 mm, los controlamos ¡y eran de 3 mm!”, dice. En casos como este, se pone en riesgo la estabilidad de un edificio tan sensible como una escuela.

Otro punto importante de controlar, además de la construcción, es el proyecto de cálculo. “La nueva ley de revisión de cálculo estructural, que contempla que tal como hay un arquitecto revisor, ahora también debe haber un ingeniero revisor”. Indica que actualmente está operando y que, si bien hay problemas con algunas municipalidades, prácticamente hay revisores en todo Chile.

Arquitectura de urgencia

Tal vez el recinto que requiere mayor seguridad a la hora de un te-rremoto son los hospitales. Pero la evaluación que hace Hildebrandt es positiva. “En el sector de la arquitectura hospitalaria, tenemos suerte, porque lo estamos haciendo bien. Si uno mira de manera retrospectiva, los hospitales antiguos en Chile eran construcciones en base a muros, muy rígidos. Para el planeamiento hospitalario, tenían el defecto que dificultaban el desarrollo adecuado de la funcionalidad de las plantas. Se pasó entonces a los hospitales mo-dernos, en los cuales se empezó a utilizar estructuras de marco rígido, que para efectos arquitectónicos son excelentes y la planta libre permite disponer de todos los espacios como se requiere, de acuerdo a la función médica”, dice.

Durante muchos años, recuerda Hildebrandt, desde fines de los ‘50 y principios de los ‘60, se empezó a usar ese tipo estructural en la edificación hospitalaria. Pero se demostró que esas estructuras, si bien eran eficientes y resistían los sismos, dañaban mucho los tabiques y otros componentes no estructurales del edificio. Eso, enfatiza, es nefasto para un hospital. Porque si en un establecimiento asistencial fallan las instalaciones (agua, electricidad, etc.), se desploman tabiques y/o cielos, no se puede brindar la atención que se requiere después del evento sísmico.

Entonces, señala, MINSAL estableció para los hospitales públicos un nuevo tipo estructural, que consiste en un edificio que en su perímetro tiene fachada rígida y el interior está soportado por pilares. Con eso, asegura, se mantiene la planta libre y se puede diseñar en forma adecuada.

Es importante que en el caso de un sismo se aseguren, además de la estructura, los componentes no estructurales, como el mobiliario y, especialmente, el equipamiento de un edificio, sobre todo en el caso de un hospital, donde es de un valor muy elevado. Eso, sin contar la obvia necesidad de volver a operar el establecimiento en las mejores condiciones y de la manera más rápida posible después del sismo.

“El nuevo tipo estructural, auspiciado por MINSAL, en que los hospitales deben ser verdaderas cajas, ha permitido desarrollar perfectamente los proyectos en lo funcional. Ahora, en lo arquitectónico, si bien el muro perimetral pareciera imponer limitaciones al diseño, en varios proyectos que hemos desarrollado con estas normas, nos hemos dado cuenta que realmente se puede diseñar edificios que expresan con vitalidad esta nueva arquitectura hospitalaria”, indica.

La necesidad de normas para todas las edificaciones

En el caso de edificios de una naturaleza industrial, como malls y supermercados, en Chile gobierna la norma NCh 2369 de Diseño Sísmico de Estructuras e Instalaciones. Esta es más exigente que la que rige para vivienda y edificios, ya que, como ejemplifica Saragoni, “se pide que el mall siga funcionando a la hora después de haber ocurrido el sismo”.

El problema se da cuando se trata de viviendas unifamiliares que quedan fuera de la norma o proyectos gestionados a través de autoconstrucción. El ingeniero Hugo Marchetti asegura que “también hay un problema con los suelos, que es crítico. ¿Dónde se hacen las poblaciones? En terreno barato, que tienen ese precio porque son de poca calidad. Cuando uno tiene un terreno malo y un edificio grande, se puede fundar profundo. Pero cuando uno tiene una casa que vale 200 UF, uno hace un hoyo, pone la fundación y listo”.

Aunque todavía no se norma la construcción para este último tipo de viviendas, Rodolfo Saragoni tiene una visión optimista: “Nosotros como investigadores estamos felices, porque ya vimos lo que ocurrió en el terremoto del año pasado en la Región de Tarapacá, que fue de 7,9 grados Richter, casi como el de Chillán. Si se tiene el registro acabado de un sismo así, que por suerte no resultó tan catastrófico dada su magnitud, se consigue un importante avance como el que hemos logrado en Chile donde, dentro de lo posible, estamos preparados”.

Según Marchetti, la prueba de fuego se registrará cuando se produzca el próximo gran sismo en Santiago, que se espera ocurra alrededor del 2060, con una magnitud de sobre 7 grados en la escala Richter. En ese momento, rendirán su examen las nuevas construcciones y se podrá apreciar el comportamiento de los grandes paños de muro cortina de los nuevos rascacielos de la capital, como los edificios Titanium y Costanera Center.

En todo caso, este grupo de ingenieros y arquitectos estuvo de acuerdo en que el éxito de una edificación depende del diseño, la construcción y la estructura. Y que un mal diseño, una construcción no supervisada o un inadecuado cálculo estructural, resultan inadmisibles en un país como Chile.