sábado, 10 de julio de 2010

El entrenamiento hoy día en la Bujinkan

Una de las diferencias principales que encontramos al practicar las artes marciales de la Bujinkan comparado con otras artes marciales modernas como puedan ser el Kárate, Kendo, Kyudo, Judo, Aikido, etc., es que la casi totalidad de las técnicas que se estudian en las escuelas de la Bujinkan se formaron y perfeccionaron en los campos de batalla de Japón durante las grandes guerras antes de la unificación nacional que se llevó a cabo durante el Shogunato de Tokugawa en 1603.

Es decir, estamos hablando de escuelas que han preservado su “sabor” verdaderamente marcial más allá de aquellas creadas durante los 250 años de paz que siguieron en Japón, período en el cual las habilidades marciales ya no eran necesarias en los campos de batalla al no haber guerras, y muchas de esas artes marciales fundadas entonces se enfocaron más hacia el perfeccionamiento del carácter y otros objetivos más filosóficos que hacía la efectividad del combate.

En la Bujinkan no hay torneos ni competiciones. El estudio es para uno mismo. Se practica básicamente por parejas tomando laternativamente cada uno el rol de Tori (el que se defiende) y Uke (el que inicia el ataque).

Normalmente el instructor muestra una técnica de alguna de las 9 escuelas y los estudiantes la repiten por parejas durante un tiempo determinado. A medida que la clase avanza, el instructor realiza diferentes “henka” (variaciones) de la misma técnica, tanto a mano vacía como usando diferentes armas tanto por parte del Tori como del Uke, etc.

Las armas utilizadas en las artes marciales que conforman la Bujinkan son múltiples y variadas y van desde las más tradicionales (bo, hanbo, jo, ken y kodachi, yari, naginata, tanto, tanbo, etc.) a las más especiales e inusuales (kyoketsu shogue, kusari kama, shuriken, yumi, fukiya, shikomi zue, kusari, toami, teppan, kunai, tonkin, nawa…).

Este limitado número de armas, utensilios y variaciones técnicas posibles confiere a las artes marciales de la Bujinkan una riqueza incomparable pues sólo está limitada por la pericia del instructor. No hay nada fijo. No hay normas. Con ello se pretende que cada estudiante pueda ser capaz de llegar a generar espontáneamente sus propias técnicas surgidas de la necesidad y dependiendo de las circunstancias de cada momento ya que en la vida real rara vez se dan situaciones exactamente parecidas a las que vemos en los katas clásicos.

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